El Palacio de Congresos y Exposiciones de Sevilla, Fibes, entrevista al presidente de APCE y director gerente de Kursaal, Iker Goikoetxea
Con datos de 2022 sobre la mesa, ¿cómo está siendo 2023? ¿En qué punto está el sector?
Yo diría que estamos en un momento dulce, sobre todo por contraste con los momentos amargos que hemos tenido hace no tanto tiempo. Digo dulce desde el punto de vista del volumen de actividad. Yo creo que es generalizado en todos los palacios que conformamos la Asociación que el nivel de actividad de 2023 está siendo francamente bueno y, no me atrevo a decir en todos pero sí en la mayoría, con niveles de actividad pre-pandémicos y en muchos casos de récord.
Por tanto, en un momento bueno, dulce, pero también amenazado por el estado general de la economía. Fue salir de la pandemia y meternos en un contexto de guerra en Europa, con todo lo que ha conllevado, con la inflación y el incremento de costes. Además, en un contexto de inflación alta, se están tomando medidas para intentar frenarla, con la subida de tipos que esto conlleva, y lo lógico es que la economía se enfríe. Esa amenaza está ahí, para todos, y también para este sector.
Ahí habrá un reto importante…
Es un reto que, quiero pensar, es coyuntural, pero no menor. Decía que 2023 es un momento dulce desde el punto de vista de la actividad, pero no es una época fácil desde el punto de vista de los resultados. Al final, somos infraestructuras muy grandes, con muchos metros cuadrados, que hay que mantener y que hay que encender y acondicionar y se ha producido un incremento de los costes muy notable. En primer lugar, en términos energéticos, fue duro el incremento del precio de la electricidad y del gas, y, luego, está esa inflación que tira de cambios en los costes salariales. Somos una actividad en la que el componente de costes de personal directo e indirecto se está incrementando mucho y eso se traduce en el desafío de cómo y cuánto de ese incremento puedes transferir al cliente. La mayoría de sectores lo está sufriendo contra márgenes. Hay un sentido común y una sensibilidad que hace que no transfieras todo y que tensiones tu cuenta de resultados.
Y todo esto, después de una pandemia, tal y como mencionabas al principio. ¿En qué medida ha impuesto la crisis sanitaria cambios en el sector?
No creo que haya ningún legado de la pandemia en términos de nuestra actividad que sea especialmente relevante. En su momento tuvimos cierta inquietud sobre a dónde iba a llegar y qué iba a quedar, sobre todo, por el riesgo a que la virtualidad sustituyera nuestra actividad, pero me atrevo a decir que ese miedo no se ha materializado.
Es verdad que el proceso se ha podido acelerar, pero dentro de un contexto general de aceleración de la digitalizaciónen todos los sectores. A día de hoy, posiblemente, el porcentaje de congresos que tiene un componente de hibridación es mayor del que teníamos antes de la pandemia -porque ya existía antes de la pandemia esa fórmula de extender un congreso hacia otras zonas geográficas-, pero sin mayores consecuencias para el sector.
Aunque la digitalización no implica solo que un evento se haga en formato híbrido; afecta al equipamiento de las empresas, a los procesos internos… ¿Cómo estáis afrontando la transformación digital?
La digitalización es una tendencia, una realidad, que está afectando a todos los sectores de forma transversal. Creo que no hay ningún sector que no tenga entre sus retos y objetivos estratégicos el avanzar en ella en la parte de procesos, en las tripas de la organización, en la forma de trabajar, aprovechando este tipo de herramientas para ser más eficientes y para trabajar mejor. En nuestro caso, se nos ve por los edificios que ocupamos, que son magníficos, pero somos empresas de servicios y ahí hay un gran flujo de procesos, aderezado por la incertidumbre que conlleva el directo, en los que vamos a ganar seguro con todas esas herramientas que nos dan flexibilidad y eficiencia.
Hemos hablado de la situación económica y de la digitalización como dos de los grandes retos, ¿se nos queda alguno en el tintero?
I.G.: Hay otro reto estructural, que es la sostenibilidad. Nos hemos llevado muchos años hablando de esto en términos de cuánto CO2 emitimos y cuánto es nuestro impacto en el medio ambiente. Evidentemente, ese es uno de los elementos fundamentales del concepto de sostenibilidad, pero no es el único. En este contexto, hablamos también de sostenibilidad económica y social y en esos elementos tenemos mucho que aportar. En lo que está trabajando la mayoría del sector es en vincular nuestros objetivos, planes y quehaceres al conjunto de los ODS.
Porque, ¿qué impacto tiene la actividad de los palacios de congresos desde ese punto de vista económico y social? Especialmente, pensando en las ciudades en que se ubican…
I.G.: Para empezar,nuestra industria realiza una aportación en términos de impacto económico muy notable y que no tiene que ver con nuestra cuenta de resultados y nuestra facturación y que multiplica esas cifras por mucho. Me refiero a todo lo que se deriva a esos sectores que se benefician de la actividad que nosotros propiciamos cuando ganamos esa competición, a veces internacional, para conseguir un congreso o un evento corporativo. Es impacto económico en turismo o de comercio: en hoteles, restaurantes, taxis…
Pero vamos más allá. Somos una palanca de transformación económica y social.
Esa actividad que traemos y que viene a nuestros palacios también tiene derivadas de conocimiento y de desarrollo de los sectores de I+D+i, por los que está aportando yo creo que la totalidad del país. Porque cuando traes un congreso de biomedicina a tu ciudad, además de llenar hoteles y restaurantes y ayudar a la economía de esos sectores, estás, de forma menos visible, contribuyendo a que las empresas que están intentando desarrollarse en ese ámbito en tu ciudad tengan mejores oportunidades: estás facilitando que se proyecten hacia fuera, que hagan contactos con expertos de otras partes del mundo para hacer negocio o abrir oportunidades de financiación, que capten talento de fuera… Hay derivadas de nuestra actividad que no son tan obvias pero que son fundamentales cuando hablamos de a qué nos dedicamos, cuál es nuestro propósito y cuál es nuestra misión.
Luego está lo que la actividad de congresos y corporativa supone en clave del legado que los congresos están intentando dejar allá donde van en materia divulgativa o de visibilización de problemáticas sociales concretas.
Y, por último, hay algo que es especial de España o de ciertos países europeos, que es que nuestros edificios, aparte de esa actividad de congresos, también tienen actividad de índole social y cultural que facilita la transformación social del tejido local.
Ya que mencionas algo peculiar de nuestro país, ¿cómo se posiciona España en este sector en comparación con otros países?
De forma muy privilegiada. Ya antes de la pandemia estábamos en una posición de liderazgo, y volvemos a estar ahí. En términos de actividad congresual internacional, está el ranking de ICCA y, en 2022, volvieron a entrar en el top 10 de ciudades principales para la organización de congresos Barcelona, en 4º lugar, y Madrid, en el 6º. Y España como país está el número 2 después de Estados Unidos. Yo creo que es una magnífica noticia y el reto como país es seguir ganando posiciones no solo en ese ranking de las 10 ciudades principales, sino también en el segundo tier. Tenemos en posiciones también importantes ciudades como Valencia (28º), Sevilla (37º), Málaga, Palma de Mallorca y San Sebastián, que pueden aspirar a entrar en el top 20. Tenemos los mimbres para ello.
¿Cómo visualizas, por tanto, el futuro del sector? ¿Dónde te gustaría verlo?
Tratando de tener aspiraciones y ambiciones realizables, yo creo que tenemos que seguir y ahondar en el liderazgo de la actividad congresual internacional. España en su conjunto cuenta con unos profesionales de primerísimo nivel, avalados por los todos los eventos internacionales que se han acogido en este país, y, además de eso, tenemos unas infraestructuras, de grandes arquitectos, que funcionan bien y que tienen la tecnología y la innovación, no solo física sino también de software, para que los eventos se desarrollen de esa forma absolutamente brillante. Además, la mayoría de nosotros hemos seguido invirtiendo en nuestros palacios de congresos incluso en la época pandémica. Así que yo creo que es perfectamente plausible vernos dentro de 4 o 5 años con más ciudades en el top 20 de ICCA, siendo líderes y referentes en ese ámbito internacional no solo por el número de la actividad acogida, sino también por la calidad y la eficiencia en el desarrollo de nuestra actividad.